El barrio Jorge Newbery, en Cipolletti, se ha convertido en una zona de conflicto por el uso nocturno de la Plaza del Arroba. A diario, este espacio verde recibe a vecinos que disfrutan de un lugar tranquilo para descansar o compartir en familia. Sin embargo, al caer la noche, las dinámicas cambian drásticamente: automovilistas y motociclistas se reúnen en el área y usan las calles cercanas para realizar picadas y pruebas de velocidad, acompañadas de reuniones masivas con música a alto volumen.
Los habitantes del sector describen un ambiente que se transforma al atardecer, cuando los motores aceleran, y las calles se convierten en una especie de circuito improvisado. Estos conductores no solo ocupan el espacio público con sus vehículos modificados, sino que también desafían a otros en carreras clandestinas. A pesar de que se han colocado reductores de velocidad, estos no han sido suficientes para frenar las prácticas riesgosas, ya que los corredores encuentran formas de evadirlos.
La preocupación no se limita a las picadas. Los residentes también enfrentan ruidos excesivos, consumo de sustancias, y peleas en la plaza, la cual se ha convertido en un punto de encuentro nocturno sin control. “A la noche acá no se puede dormir, es un despelote total”, comentó un vecino mayor, quien detalló que el ambiente de las noches es incontrolable. Incluso algunos habitantes prefieren no confrontar a los grupos para evitar conflictos, pero reclaman medidas efectivas que logren devolver la tranquilidad al barrio.
Ante los reiterados reclamos, el municipio y la policía han incrementado los operativos de control, especialmente los fines de semana, con patrullajes hasta la madrugada. Aunque estas acciones representan un alivio temporal, los vecinos afirman que los operativos suelen reducirse con el tiempo, lo que permite que las picadas y las reuniones ruidosas vuelvan a instalarse. En respuesta, los habitantes piden que los controles se mantengan y se fortalezcan para disuadir a quienes alteran la paz.
El último incidente, ocurrido el martes por la noche, involucró a un conductor que, al circular a alta velocidad, impactó un vehículo estacionado y huyó de la escena. El Toyota Etios, afectado en varias partes de su carrocería, es un ejemplo más de los daños que estos encuentros generan en la zona. Sin datos sobre el responsable, los propietarios afectados consideran revisar las cámaras de seguridad en busca de alguna pista, lamentando un hecho que añade a la larga lista de molestias y daños.
Además de los problemas de ruido y accidentes, los vecinos expresan preocupación por la inseguridad. En algunas ocasiones, el barrio ha sido blanco de robos a viviendas. Para enfrentar esta situación, los habitantes se mantienen en contacto mediante un grupo de WhatsApp, donde comparten información sobre actividades sospechosas y buscan proteger sus hogares. A la espera de una solución definitiva, los residentes insisten en la necesidad de un refuerzo permanente de seguridad y controles en el barrio.
