La dupla llegó a la Medal Race en Nacra 17 como segunda en la general.El oro era difícil y tenía dos perseguidores que podían dejarla sin nada.Navegaron con mucha solvencia y lograron el objetivo.
El yachting le dio una nueva medalla a la Argentina en los Juegos Olímpicos. Mateo Majdalani y Eugenia Bosco, la tripulación argentina que tomó la posta de Santiago Lange, cumplió su objetivo en la Medal Race y se quedó con la presea plateada de París 2024. El escenario, en realidad, fue la marina de Marsella, más precisamente el puerto de Roucas-Blanc donde se juntan los atletas con miles de ciudadanos y turistas que disfrutan del agua del mar Mediterráneo.
Tras un duodécimo puesto en la última regata de clasificación, Majdalani y Bosco llegaron al último día de competencia en el segundo puesto de la clasificación, pero la ventaja de seis puntos con respecto a sus dos más inmediatos perseguidores (Gran Bretaña y Nueva Zelanda) dotaba a la definición de incertidumbre. Faltaba un paso más y no había mucho margen error: necesitaban que los británicos y/o neozelandeses no les ganaran por más de dos puestos para asegurar su lugar en el podio.
La falta de viento en la costa del Mar Mediterráneo postergó la expectativa del día miércoles a este jueves de orgullo y satisfacción por el logro obtenido. La cosecha de medallas de Argentina en París 2024 cuenta ahora con el oro de José el Maligno Torres en el BMX Freestyle y esta nueva presea de plata, a la espera de lo que pase con Las Leonas, que este viernes van por el bronce ante Bélgica.
“Hay que seguir confiando. El barco anda bien y nosotros también. La clave es largar firmes. Será una regata diferente”, le dijo a Clarín Bosco, oriunda de San Pedro, tras volver del agua el martes. Y esta mañana (mediodía en Francia) completaron la tarea. La dupla argentina finalizó la Medal en el 7mo puesto, Nueva Zelanda fue 6to y Gran Bretaña quedó descalificada apenas comenzada la carrera, por lo que Majdalani y Bosco, en su primer Juego Olímpico, lograron alzarse con una medalla que los llenó de emoción.
También tenían chance de quedarse con el oro, pero el escenario era complejo. Necesitaban ganarle por siete puestos a los italianos Ruggero Tita y Caterina Banti, los campeones olímpicos en Tokio 2020 que finalmente dominaron en esta última prueba como a lo largo de todo el campeonato, repitieron el título y ratificaron que son los mejores del mundo.
Mateo y Eugenia, felices tras lograr el objetivo soñado. REUTERS/Andrew Boyers
Las medallas no abundan en Argentina. Un contexto por demás conocido confabula contra los deportistas, que se las tienen que rebuscar para rendir al máximo de sus posibilidades con los recursos que tienen a mano. Por eso, el yachting, el segundo deporte que más preseas le dio al país en la historia de los Juegos Olímpicos con 11 detrás del boxeo (24), ocupa una parte más que importante en la historia olímpica argentina.
Al cruzar la línea de llegada, lo esperaba con los brazos abiertos Javier Conte, su entrenador, quien obtuvo la medalla de bronce en Sidney 2000 en la clase 470 junto a Juan de la Fuente. Y como un espectador más, consciente de que sus “alumnos” podían lograr algo muy importante, Santiago Lange bajó al agua y se emocionó tanto como cuando hace ocho años se alzó con el oro en Río 2016 junto a Cecilia Carranza. Lange tuvo que cambiar sus pasajes de regreso a París y durmió en un sillón para extender un día más su estadía en Marsella. “No me podía perder este momento”, dijo con enorme felicidad, luciendo una remera blanca con los anillos olímpicos en el corazón.
Majdalani y Bosco iniciaron su camino en la previa de Tokio 2020, cuando aún Lange y Carranza seguían navegando juntos. Pero no hubo competencia entre ambas tripulaciones, sino que se potenciaron unos a otros poniendo a la bandera argentina como prioridad y realzando el concepto de equipo. Acordaron que Lange y Carranza irían a los Juegos Olímpicos de la capital japonesa y Majdalani-Bosco, a los Juegos Panamericanos de Lima 2019 en el que obtuvieron la medalla de plata.
De esta manera, dejaban de ser rivales y pasaban a ser compañeros de equipo. Ya no tenían que competir para ver cuál de las dos tripulaciones iría Tokio y entonces podían entrenar juntos y así se potenciaban. Un “negocio” redondo, especialmente para Mateo y Eugenia, que iban a disputar sus primeros Panamericanos y tenían el enorme privilegio de entrenarse todos los días y crecer a la par de los campeones olímpicos.
“Después del Mundial de 2018, cuando ellos quedaron terceros y nosotros habíamos estado peleando adelante, lograron la clasificación olímpica, que no significaba que ellos estaban seleccionados, pero entendimos que se hacía muy difícil cambiar esa dinámica porque venían del ganar el oro y nosotros éramos los nuevos. Nos parecía que íbamos a tener más posibilidades de ir a Paris si hacíamos ese acuerdo y poníamos toda la energía en la próxima campaña”, le contó Mateo a Clarín en la previa de los Panamericanos.