La decisión de YPF de descartar la construcción de una planta de GNL en Río Negro resalta el retroceso de un proyecto que prometía inversiones millonarias. Mientras el gobierno de Weretilneck intenta mitigar el golpe, las elecciones municipales de este domingo también marcan un punto de inflexión simbólico en el inicio del ciclo electoral.
El anuncio de YPF de que no continuará con la construcción de la planta de gas natural licuado (GNL) en Tierra de Fuego, Río Negro, representa un golpe significativo para las expectativas de la provincia. Este proyecto había sido presentado como la puerta a una megainversión que traería consigo un flujo económico importante, generando miles de empleos directos e indirectos. Sin embargo, la reciente decisión de trasladar la planta a barcos licuefactores, ubicados en el mar cerca de las costas rionegrinas, reconfigura por completo el panorama.
Este retroceso deja en el camino la promesa de una inversión de 10.000 millones de dólares, sin contar los otros 20.000 millones que se mencionaban para obras complementarias. Más allá de los números, lo que realmente preocupa en Río Negro es la pérdida de la oportunidad de generar empleos y el derrame económico esperado para la región, que ahora parece un sueño lejano. Sierra Grande, un punto clave del proyecto, ve nuevamente frustradas sus esperanzas de desarrollo.
El impacto político también es palpable. Mientras el gobierno provincial intenta minimizar las consecuencias de esta noticia, la oposición no ha dejado de señalar lo que consideran una “entrega ciega” de los intereses de la provincia. La crítica se ha centrado especialmente en la legislación que permitió estos proyectos, como la adhesión al RIGI y el Pacto de Mayo, que algunos ven como un acuerdo desventajoso para Río Negro. El senador Martín Doñate fue claro en sus declaraciones al acusar al gobierno de convertir a la provincia en una “servidumbre de paso”, una frase que ha calado hondo en el discurso opositor.
La foto electoral del inicio de 2025:
Este domingo, las elecciones municipales de Río Negro se presentan como el primer gran test de cara al 2025. Aunque el impacto real de estos comicios será limitado, con menos del 5% del padrón electoral en juego, el resultado tiene un peso simbólico importante. Nueve municipios pequeños, con apenas 20.000 electores convocados, abren el ciclo electoral en la provincia.
El gobierno de Weretilneck tiene sus ojos puestos en Jacobacci, una ciudad clave para el desarrollo minero, que refleja el nuevo perfil de la provincia. La competencia en esta localidad se ha intensificado, con una disputa entre el PJ, JSRN y la fuerza local Renace Jacobacci. Esta pelea por dos bancas en el Concejo Deliberante local refleja las tensiones internas y la lucha por posicionarse en la agenda política de la región.
Para Weretilneck y el Partido Justicialista (PJ), el objetivo es claro: consolidar el poder en Jacobacci y demostrar que el gobierno sigue siendo un actor central en la provincia. Por su parte, la UCR se juega la defensa de los pocos municipios que aún controla, mientras que las nuevas fuerzas como el espacio libertario también intentan ganar terreno, lo que agrega complejidad a este primer round electoral.
A pesar de que los comicios municipales de este domingo no definirán grandes cambios inmediatos en el mapa político, serán una muestra de las fuerzas en juego y un anticipo de los ajustes que se deberán hacer de cara a las elecciones nacionales de octubre.