El jueves hizo una pintada a metros del Vaticano, en contra de los líderes de derecha que asistieron al último adiós al Sumo Pontífice.
“¿Y a éstos quién los invitó?”, rezaba el dibujo del Papa, que horas después fue borrado.
Una provocación artística agitó las calles de Roma en los días posteriores al funeral de Estado del papa Francisco. Laika, reconocida artista callejera italiana, pintó en Via Piccolomini —a pocos metros del Vaticano— un grafiti que desató polémica y fue rápidamente borrado: una imagen del pontífice, ya con aura de santo, leyendo una lista de invitados incómodos. Entre ellos, Donald Trump, Javier Milei, Ursula von der Leyen, Matteo Salvini y Matteo Piantedosi.
El mensaje, titulado “¿Y a éstos quién los invitó?”, apuntaba a denunciar la “hipocresía” de ciertos líderes mundiales que viajaron a Roma para despedir al papa, pese a que sus políticas se contraponen con los valores que Jorge Bergoglio defendió durante su pontificado. Aunque el grafiti fue eliminado en menos de 48 horas, su imagen se viralizó rápidamente, amplificando su impacto.
Laika no es una desconocida para el público ni para los medios. Su trayectoria incluye obras que abordaron temas de derechos humanos, feminismo y migración. En 2020, su apoyo a la campaña #Nonunadimeno (“Ni Una Menos”) la llevó a las portadas de diarios como La Stampa y revistas como Elle. Siempre detrás de una máscara blanca y una peluca carré roja, la artista evita revelar su identidad y mantiene el anonimato como parte de su estrategia de comunicación.
La comparación con Banksy, el célebre muralista británico, ha sido inevitable, aunque Laika aclara que fue un apodo impulsado inicialmente por la prensa argentina cuando intervino en Roma a favor del aborto legal. “Aquí en Italia también se abusa del término. Cualquiera que trabaje en el anonimato es comparado con él”, explicó.
El anterior grafiti en que Laika había retratado a Milei junto con Trump y Meloni, además de Orbán y Netanyahu
Sobre su obra reciente, Laika aclaró que no fue un ataque al Papa sino un cuestionamiento al estado actual del mundo. “La obra no se centraba en Francisco, sino en el desastre político, cultural y humanitario que vivimos. Y en la hipocresía de estos líderes”, explicó, destacando que el pontífice argentino se pronunció durante su vida a favor de los migrantes, la justicia social y en contra del genocidio en Gaza.
Laika no escatima críticas hacia Javier Milei, a quien ya había retratado en Barcelona junto a Trump, Giorgia Meloni, Viktor Orbán y Benjamin Netanyahu como parte de una “ola negra” que amenaza los derechos humanos y la democracia. Sobre el presidente argentino, fue categórica: “Cuando pienso en él, pienso en políticas de desmantelamiento del Estado de derecho, en represión del disenso y en un lenguaje violento”, sostuvo.
Incluso adelantó que sueña con viajar a la Argentina para intervenir artísticamente contra las políticas del actual gobierno. “Retrataría a jubilados, a gays, lesbianas, personas con discapacidades, a las Madres de Plaza de Mayo, a los pañuelos verdes… Y me burlaría de su motosierra”, aseguró, en alusión al símbolo de campaña de Milei.
El arte de Laika se inscribe en una tradición de provocación política. No pretende cambiar la historia, pero sí, según sus propias palabras, “despertar conciencias” y sintetizar en una imagen poderosa lo que a veces requeriría páginas de explicación.
Aunque su último grafiti fue rápidamente borrado por las autoridades, para ella la censura no hizo más que fortalecer el mensaje. “Estamos viviendo un nuevo Medioevo”, denunció. Y recordó que el arte siempre tuvo un papel en los momentos de resistencia: “Quien lucha puede perder; pero quien no lucha ya ha perdido”, citó, parafraseando a Bertolt Brecht.
Lejos de amilanarse, Laika sigue firme en su misión de incomodar a los poderosos y reflejar en los muros aquello que otros prefieren ocultar.
