La directora de la Escuela 285 expresó con angustia la dura situación que atraviesan muchos alumnos. Algunos asisten con calzado inadecuado, sin abrigo e incluso sin haber comido.
En medio de las bajas temperaturas que afectan a la región, la Escuela 285 de Cipolletti, ubicada en el límite con Fernández Oro, atraviesa una situación crítica. Patricia Juárez, su directora, lanzó un pedido urgente a la comunidad: necesitan zapatillas y medias para los alumnos que asisten diariamente en condiciones de extrema vulnerabilidad.
“Hay muchos nenes con zapatillas que les quedan chicas o demasiado grandes, y con este frío terminan con los pies mojados y congelados”, explicó Juárez, visiblemente angustiada. A pesar de los esfuerzos del equipo docente, la necesidad sobrepasa los recursos disponibles. “Sé que la gente nos va a ayudar porque los chicos lo necesitan”, expresó con esperanza.
Frío, hambre y carencias que duelen
El pedido apunta especialmente a calzado en talles que van del 29 al 35, que es lo que más necesitan los alumnos que asisten a este establecimiento. “Son chicos desde primer grado hasta sexto. Tienen entre 6 y 13 años, muchos vienen de zonas como Puente 83 norte y sur, el barrio Martín Fierro y de Oro”, detalló la directora.
La situación no se limita al calzado. Juárez relató que muchas veces los docentes acercan ropa y alimentos por su cuenta. “Hemos traído zapatillas de nuestros hijos, medias también, pero no alcanza. Estamos colaborando con cajas de comida, haciendo rifas y lo que podemos para ayudar a las familias”.
La realidad golpea fuerte en las aulas. “Muchos chicos llegan con frío, sin desayunar, sin almorzar. A veces las familias nos dejan notitas pidiéndonos si sobra leche o pan. Todo lo que podemos, lo compartimos con ellos para que lleven a sus casas”, agregó.
Cómo colaborar
Quienes deseen sumarse con donaciones pueden acercarse directamente a la Escuela 285, ubicada a metros de la Ruta 65. Se reciben zapatillas, medias, ropa de abrigo y alimentos no perecederos.
En medio de tanto esfuerzo a pulmón, los gestos solidarios pueden marcar una gran diferencia. Porque detrás de cada calzado entregado hay un niño que podrá caminar, jugar y aprender con un poco más de dignidad.