En Mar del Plata, referentes del sector privado coincidieron en que la economía argentina necesita avanzar en una modernización laboral, tributaria y previsional. Alertaron por la caída de la actividad y el impacto de las altas tasas, aunque se mostraron moderadamente optimistas para 2026 si el Gobierno logra consolidar las reformas.
En el marco del 61° Coloquio de IDEA, los principales empresarios del país se reunieron en Mar del Plata en medio de un clima de cautela e incertidumbre económica. Con la mirada puesta en las elecciones legislativas y en el impacto de las recientes medidas financieras, coincidieron en que la recuperación requiere más que estabilidad: “sin reformas estructurales, no habrá crecimiento sostenible”, fue una de las frases más repetidas en los paneles y pasillos del encuentro.
Los ejecutivos de distintos sectores coincidieron en el diagnóstico: una actividad económica frenada, un consumo débil, tasas de interés que asfixian a las empresas y un escenario financiero marcado por la escasez de crédito. No obstante, también emergió una visión de mediano plazo más optimista, apoyada en la expectativa de que el Gobierno avance con los cambios prometidos.
“Estamos esperanzados en una reformulación laboral, jurídica y fiscal. Necesitamos un país que se adapte a las reglas modernas”, sostuvo Oscar Andreani, fundador del Grupo Logístico Andreani, quien admitió que la actividad cayó entre un 10% y un 12%, aunque fue compensada parcialmente por el auge del comercio electrónico internacional.
Desde el sector de bebidas, Martín Ticinese, presidente de Cervecería y Maltería Quilmes, describió a 2025 como “un año de volatilidad y heterogeneidad”. “Todavía no estamos creciendo. Los sectores primarios impulsan el PBI, pero el comercio y la construcción siguen sin traccionar”, señaló. Para 2026, proyectó un crecimiento de entre 3 y 4 puntos, condicionado a la concreción de las reformas estructurales.
Por su parte, el presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), Martín Rappallini, advirtió que la suba de tasas “impactó de lleno en la industria y frenó sectores que ya estaban debilitados, como el textil, el metalmecánico y la construcción”. En esa línea, reclamó medidas de alivio financiero y sostuvo que “la reactivación dependerá de la capacidad de bajar las tasas y generar líneas de crédito para el sector productivo”.
El dirigente estimó que 2025 cerrará con un crecimiento técnico cercano al 2%, pero sin una mejora sustancial respecto de 2024. “En 2026 dependeremos de lo que ocurra en el plano político y de si el Gobierno logra transformar el apoyo financiero de Estados Unidos en un impulso real para la economía”, planteó.
En tanto, Rodrigo Pérez Graziano, de Stellantis, destacó el repunte del sector automotriz, que creció un 50% interanual, y proyectó una estabilización para el próximo año. “Si se avanza en competitividad y en reglas claras, podemos consolidar este ciclo”, afirmó.
El CEO de AmCham Argentina, Alejandro Díaz, coincidió en que el país atraviesa un momento decisivo: “No hay una política clara para reducir la informalidad ni señales firmes de reactivación. Pero si el Gobierno logra avanzar con una reforma laboral, previsional y tributaria mediante consenso político, la Argentina podría empezar a remover los principales obstáculos del crecimiento”.
Entre la prudencia y la expectativa, el mensaje general del empresariado fue unánime: sin reformas profundas y previsibilidad, la estabilidad financiera será insuficiente para reactivar la economía real.
