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El programa fiscal de Milei tambalea por la presión de gobernadores y el Congreso

Las señales de alarma se multiplican en el Gobierno: gobernadores al borde del quiebre con la Casa Rosada, internas sin disimulo en La Libertad Avanza, una Justicia impredecible y un Congreso que avanza con iniciativas que amenazan el plan económico. El PJ, aún sin liderazgo claro, mira de lejos el desorden general.

El gobierno de Javier Milei enfrenta semanas decisivas en medio de un escenario político y económico marcado por la incertidumbre y la fragmentación. A un año y medio de asumir, el presidente libertario todavía capitaliza el hartazgo de una parte importante del electorado, pero ya no puede ocultar las grietas internas que atraviesan su gestión y el deterioro de su programa económico frente al creciente malestar social.

La tensión no solo se percibe en la calle: también se despliega con fuerza en el Congreso, donde los gobernadores —incluso aquellos con vínculos con el oficialismo— comenzaron a mover piezas por su cuenta. La reciente presentación conjunta de dos proyectos para rediscutir el reparto de los Aportes del Tesoro Nacional (ATN) y del impuesto a los combustibles líquidos mostró un frente inédito de jefes provinciales que ya no esconden su fastidio. La paralización de la obra pública y la asfixia financiera en los municipios alimentan esa rebelión.

En paralelo, la interna libertaria recrudece. Las tensiones entre Karina Milei y Santiago Caputo, dos de los principales operadores del Presidente, resurgieron con fuerza a partir de la disputa electoral en las provincias. Corrientes fue el último ejemplo: La Libertad Avanza se inscribió como fuerza electoral por fuera de un acuerdo con el gobernador radical Gustavo Valdés, lo que podría costarle representación en el Congreso. La pelea expuso la descoordinación y el desorden que sacuden al círculo más cercano del presidente.

En el plano económico, las alarmas también suenan fuerte. Si bien desde el equipo de Luis Caputo relativizan la caída de la balanza comercial y el atraso del tipo de cambio, analistas financieros advierten que el programa fiscal podría naufragar si prosperan los proyectos que empujan gobernadores y bloques opositores. Un aumento en las jubilaciones sin financiamiento, sumado al rediseño en la distribución de fondos, pondría en jaque el plan de ajuste que sostiene el relato de éxito oficialista.

El Congreso, convertido en un campo de batalla, ya dio muestras de su autonomía. La sesión especial por las jubilaciones fue leída como una advertencia directa al Gobierno. Diputados y senadores, incluso algunos cercanos al oficialismo, empiezan a tomar distancia. “La micro está muy mal, cuatro meses es una eternidad: octubre parece lejos”, confesó un operador libertario, preocupado por el humor social.

A esta inestabilidad se suma un Poder Judicial percibido como imprevisible. La detención de funcionarias y militantes de La Cámpora tras los episodios de violencia frente al domicilio de José Luis Espert y en la sede de TN encendió rumores de posibles injerencias políticas. Sin embargo, desde la Casa Rosada se despegaron del tema. “Zona liberada”, repiten algunos legisladores cuando se refieren a la situación del Congreso y la Justicia.

El peronismo, por su parte, sigue sumido en su propia crisis de conducción. La condena a Cristina Fernández de Kirchner y su reciente prisión domiciliaria aceleraron el reacomodamiento de sectores, pero no logran evitar el enfrentamiento entre Máximo Kirchner y Axel Kicillof, que divide al PJ bonaerense. En la CGT, las tensiones no son menores: la interna sindical también promete una elección fragmentada en noviembre, con liderazgos agotados y nuevas disputas por la conducción.

A pesar de todo, el Gobierno confía en que octubre marcará un punto de inflexión. “Después de las elecciones vamos a fondo”, repite Federico Sturzenegger, aún con las facultades delegadas que están por expirar. Pero la realidad marca otra cosa: la política tradicional, lejos de estar muerta, parece decidida a condicionar los próximos pasos del oficialismo. Y si bien Milei aún mantiene apoyo en parte de la opinión pública, el riesgo de un retroceso en el Congreso o una escalada en los indicadores económicos podría modificar el tablero por completo.

Mientras tanto, Mauricio Macri observa desde Corrientes y prepara su juego para la provincia de Buenos Aires, donde Patricia Bullrich se encamina a competir con fuerza. La alianza con La Libertad Avanza, aunque útil en lo discursivo, aún está lejos de consolidarse en los territorios. “El problema no es Milei, es todo lo que lo rodea”, advierte un dirigente del PRO que conoce bien los pasillos de la Casa Rosada.

El reloj avanza. Y aunque en el Gobierno se aferran a la narrativa del “plan en marcha”, cada día queda más claro que el camino hacia octubre no será tan lineal como imaginaban.

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