3 de mayo de 2024
Neuquén AR

Advierten por qué mucha gente con acidez no responde al remedio clásico y cuál es el tratamiento

Expertos argentinos lideraron el primer Consenso Latinoamericano para el tratar la enfermedad por reflujo.
Los cambios son porque en la mitad de los casos las causas obedecen a otro tipo de trastorno.
Argentina está en el podio mundial de los países cuya población más padece el problema.

Las causas de la Enfermedad por Reflujo Gastroesofágico (ERGE) pueden ser diversas. Y no siempre, lo que parece ser una cosa, lo es. Por eso es importante descubrir el origen real de los síntomas para actuar en consecuencia y que el tratamiento médico elegido no sea en vano, con la consiguiente pérdida de tiempo para el paciente y al derroche de recursos para el sistema de salud.

Argentina está entre los países con mayor incidencia del reflujo, en general traducido en acidez que quema en el pecho, líquido que vuelve a la boca y regurgitación. Afecta al 23 por ciento de la población, lo que lo lleva al podio mundial con Estados Unidos y el Reino Unido. Suecia y Turquía se suman al quinteto mundial más explosivo de esta afección.

Se trata de un gran problema de salud pública. Tanto que cuando Barack Obama era presidente, un trabajo de investigación en Estados Unidos llegó a la conclusión de que el gasto en salud por reflujo en ese país era el segundo más importante después de las enfermedades cardiovasculares, desplazando al tercer lugar a la oncología.

Mucho de ese gasto se debe al mal uso de las herramientas disponibles: esto es, una gran cantidad de pacientes que no reciben el tratamiento adecuado porque el diagnóstico es errado. Si bien la enfermedad de por sí es complicada, con un un desgaste emocional pérdida de la calidad de vida de las personas que la sufren, no lo sería tanto si el diagnóstico diera en la tecla y los pacientes no tuvieran que peregrinar sin suerte hasta dar con el tratamiento que los alivie.

“En hasta el 70 por ciento de los pacientes con síntomas típicos de la ERGE la mucosa es totalmente normal. De ellos, el 50 por ciento tiene enfermedad por reflujo y el otro 50 por ciento tiene un trastorno funcional del esófago asociado a hipersensibilidad. Muchos pacientes pasan por diferentes médicos y fármacos. Se tratan como reflujo cuando no lo tienen. Eso es un problema para el paciente, su entorno y el sistema de salud”, explicó a Clarín Jorge Olmos, jefe de Neurogastroenterología del Hospital de Clínicas.

La endoscopia es una de las herramientas clave para poder llegar a un diagnóstico preciso del trastorno.La endoscopia es una de las herramientas clave para poder llegar a un diagnóstico preciso del trastorno.


La buena noticia es que Olmos, junto a un grupo de investigadores del mismo centro de salud y otros colegas del continente, el primer Consenso Latinoamericano que redefinió la ERGE y brinda una guía clave a los médicos para diagnosticar la enfermedad y dar en el blanco.

“La ERGE tiene que ver con el retorno del contenido del estómago hacia el esófago. Puede asociarse a causas múltiples, como una disminución de la presión de la barrera anti-reflujo, que se encuentra en la unión entre el esófago y el estómago. Por este motivo y por la variedad de síntomas que tiene en común con otras patologías, diagnosticarla se vuelve un desafío”, explicó Olmos.

“El aumento del reflujo está asociado al estilo de vida. La aparición de la enfermedad va de la mano con el desarrollo de obesidad y el sobrepeso porque se debilitan los tejidos de la región gastroesofágica y además la grasa intraabdominal. Por otro lado, hay factores genéticos: el 31 por ciento de los pacientes tiene antecedentes familiares. Y el estrés es el otro gran desencadenante”, explicó Olmos.

El experto advirtió que “cuando no es ERGE, el tratamiento cambia absolutamente. Ahí hay que tratar la parte sensorial con otro tipo de drogas que no son los clásicos inhibidores de bomba de protones (IBP), como el omeprazol o el esomeprazol. En este caso, la alternativa terapéutica se centra en neuromoduladores (como la amitriptilina) que buscan recuperar la funcionalidad del esófago”.

“Hay un 50 por ciento de probabilidades de estar errándole al diagnóstico. Es un cara o cruz de una moneda al aire. Ahí es donde se entra en un peregrinaje, se le cambia la molécula del medicamento al paciente, se les da más tiempo. Y lo ideal, cuando el paciente no responde adecuadamente a la administración de las drogas IBP durante dos meses -que es una prueba terapéutica-, es hacer una endoscopia y ver si hay compromiso de la mucosa”, agregó Olmos.

Los medicamentos clásicos para controlar la acidez a veces no prosperan porque el origen del problema es sensorial y funcional. Los medicamentos clásicos para controlar la acidez a veces no prosperan porque el origen del problema es sensorial y funcional.


El objetivo de este nuevo Consenso es guiar a los médicos en la elección de métodos para identificar la patología y no continuar recentando a ciegas, sin resultados satisfactorios por tiempo indeterminado, con las consecuencias negativas que eso supone para el bienestar de los pacientes y la racionalidad del sistema de salud. “Se hizo una búsqueda sistemática de la literatura que abarcó más de mil publicaciones sobre el tema, utilizando el sistema de clasificación para valorar la calidad y solidez de la evidencia”, amplió Olmos.

Si bien los síntomas de presentación de la ERGE frecuentemente son acidez o ardor en el pecho, puede haber también manifestaciones atípicas como tos, disfonía, carraspeo, ronquera. “La laringoscopia en esos casos no alcanza para determinar si esos síntomas obedecen a un diagnóstico de ERGE”, aseguró Olmos.

Un nuevo estudio para “separar la paja del trigo” y actuar en consecuencia es el estudio de cápsula Bravo: “Se coloca una capsulita en el esófago durante el procedimiento endoscópico y permite estudiar el reflujo durante 96 horas, que es muy importante porque el reflujo tiene una variabilidad diaria. En base a eso podemos tomar decisiones”, describió Olmos.

Con los médicos del Hospital de Clínicas a la cabeza, de la iniciativa participaron también especialistas locales del Hospital San José de Pergamino y Hospital San Martín de La Plata, e internacionales, de clínicas y hospitales de México, Colombia, Ecuador, Brasil, Perú, Colombia, Chile y Nicaragua, además de expertos de la Clínica Mayo y Universidad de Northwestern, de Estados Unidos.

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